¿Que cómo fue
señora...?
Como son las cosas cuando son del alma
ella era muy linda,
y yo la quería, y ella me adoraba;
pero él, pero él hecho sombras, se me interponía,
y todas las noches, junto a su ventana,
fragantes manojos de rosas había,
y rojos claveles y dalias de nácar.
Y cuando las sombras cubrían las cosas,
y en el ancho cielo la luna brillaba,
de entre las palmeras brotaba su canto
y como una flecha a su casa llegaba
¡¡¡cómo la quería...!!!
¡Cómo le cantaba sus ansias de amores
y cómo vibraba con el su guitarra!
y yo, tras las palmas, con rabia le oía,
y entre canto y canto colgaba una lágrima.
Lágrimas de hombres, no crea otra cosa,
que los hombres lloran como las mujeres
porque tienen débil, como ellas, el alma.
No pude evitarlo...la envidia es muy negra
y las penas de amor son muy malas,
y cuando la sangre se enrabia en las venas,
no hay quien pueda, señora, calmarlas...
pero una noche...¡¡¡lo que hacen los celos!!!
Lo esperé allá abajo, junto a la cañada;
llovía, retumbaba el trueno, y el río,
igual que mis venas hinchadas bajaba...
al fin, a lo lejos, lo vi entre las sombras:
venía cantando su loca esperanza,
en el cinto colgaba el machete,
y bajo el brazo, su alegre guitarra.
Como son las cosas cuando son del alma
ella era muy linda,
y yo la quería, y ella me adoraba;
pero él, pero él hecho sombras, se me interponía,
y todas las noches, junto a su ventana,
fragantes manojos de rosas había,
y rojos claveles y dalias de nácar.
Y cuando las sombras cubrían las cosas,
y en el ancho cielo la luna brillaba,
de entre las palmeras brotaba su canto
y como una flecha a su casa llegaba
¡¡¡cómo la quería...!!!
¡Cómo le cantaba sus ansias de amores
y cómo vibraba con el su guitarra!
y yo, tras las palmas, con rabia le oía,
y entre canto y canto colgaba una lágrima.
Lágrimas de hombres, no crea otra cosa,
que los hombres lloran como las mujeres
porque tienen débil, como ellas, el alma.
No pude evitarlo...la envidia es muy negra
y las penas de amor son muy malas,
y cuando la sangre se enrabia en las venas,
no hay quien pueda, señora, calmarlas...
pero una noche...¡¡¡lo que hacen los celos!!!
Lo esperé allá abajo, junto a la cañada;
llovía, retumbaba el trueno, y el río,
igual que mis venas hinchadas bajaba...
al fin, a lo lejos, lo vi entre las sombras:
venía cantando su loca esperanza,
en el cinto colgaba el machete,
y bajo el brazo, su alegre guitarra.
Llegó hasta mi lado, tranquilo, sereno,
me clavó en los ojos su fría mirada,
me dijo: "¿me esperas?"...
le dije: "¡te espero!"...
y no cruzamos más, ni media palabra.
Que era bravo el hombre,
bravo cual los hombres machos,
y los hombres machos pelean, no hablan
¡¡¡cómo la quería!!!....
el machete dijo su amor y sus ansias,
roncaba su pecho, brillaban sus ojos,
y entre golpe y golpe ¡¡¡ponía su alma!!!
No fue lucha de hombres, fue lucha de toros,
eso bien lo sabe la vieja cañada,
pero más que el amor y el ensueño
pudieron la envidia y la rabia,
y al final mi machete lo dejó tendido
sobre su guitarra...
No tema, señora. Son cosas pasadas...
todavía en el suelo me dijo llorando:
"quiérela, quiérela...¡que es buena!...
¡quiérela...que es santa!...
¡quiérela ...como yo la he querido,
que aunque me muero...
¡¡¡la llevo metida en el alma!!!
Y tuve celos, señora, tuve celos del que así me hablara
y tuve celos de aquel que moría
y aun muriendo la amaba.
Y la sangre cubrió mis pupilas,
y con mi machete tendido en mi mano,
temblando de rabia,
lo hundí en su pecho con odio y con furia,
y rasgué su carne
lo hundí en su pecho con odio y con furia,
y rasgué su carne
buscándole el alma,
buscándole el alma,
¡¡¡porque en el alma se llevaba mi hembra!!!...
y yo no quería señora, yo no quería que se la llevara...
¡¡¡porque en el alma se llevaba mi hembra!!!...
y yo no quería señora, yo no quería que se la llevara...
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